ENFERMERÍA: MOTOR DE LA SALUD


Por Roberto Velásquez, 
Licenciado en Enfermería, 
Universidad de El Salvador.


Mi experiencia como profesional de enfermería sólo la puedo describir como un maravilloso regalo de la vida.

Hace unos años pasó por mi mente una imagen: era yo caminando por los pasillos de un agitado hospital, cansado después de horas sin descanso por servir a los que desde su cama piden auxilio y alivio a todas sus penas y dolores, un uniforme blanco cargado de emociones y satisfacción personal por el trabajo realizado.

Y ahí comienza la historia de un sueño pequeño, con un gran sentido de amor a la humanidad, de retos y de sacrificios, todos sellados con una sonrisa al finalizar el camino.
Descubrí en la enfermería infinitas posibilidades para ayudar a todo el mundo y aunque algunas sólo fueron ideas infantiles y soñadoras, también se convirtieron en parte de mi proceso de formación.

Para mí enfermería es el motor de la salud, si tomamos a conciencia nuestro rol: somos quienes estamos en la llegada de un ser humano al mundo, somos la sonrisa en medio de la tristeza, el alivio al dolor, la compañía a la soledad, la alegría de un hospital, la casa de los que no la tienen, somos la vida misma de 
los servicios de salud…

Unos nos llaman “señor” o “señorita”, otros “licenciado” o “licenciada”, otros “doctor de blanco” o “doctor de azul”, otros nos dicen “joven”, otros “amigo”, otros muchos nos llaman “usted” y otros nos dicen “enfermero/a”, pero todos al pronunciar su llamado lo hacen confiando en que somos nosotros quienes le darán una respuesta a sus necesidades y confían de nuestro saber y de nuestro actuar; nos regalan la oportunidad de ser en ese instante sus ojos, sus manos, su boca, sus oídos, su voz, sus pies e incluso nos dejan ser un instrumento del don de la Vida en su existencia. Dejan en nuestras manos todo, por lo tanto, somos sus “protectores”.

Por lo que aprendí que un enfermero debe siempre estar preparado tanto en lo científico, como en lo humano y lo espiritual y tener siempre una sonrisa para los que están al frente y siempre, siempre dar esperanza.








San Pedro Nonualco, La Paz, en 2016 cuando organicé y celebré una  Jornada de Salud Mental en el asilo “Oasis de San Francisco”, 
como parte de la practica profesional en 
el área comunitaria.







La vida me regaló el don de ser enfermero y lo acepto con júbilo. Aún recuerdo la alegría que me causó el poner por primera vez un pie en el hospital y la euforia de saber que ese día sería yo quien podía hacer mejor el mundo de alguien más, y así inicio mi recorrido en el mundo de esta bellísima profesión, soñando y creyendo en un mundo mejor, en ser y hacer de la enfermería un verdadero motor de vida, utilizando el conocimiento científico y sobre todo desarrollando las habilidades humanas.

Los retos, las dificultades, los momentos difíciles estarán siempre presentes en nuestra vida, es decisión nuestra como vamos a responder a estos.

Estoy convencido de la gran capacidad de los talentos humanos en enfermería y sé que al acelerado ritmo de la vida de este siglo, vamos a triunfar rápidamente si y sólo si nos comprometemos como enfermeros a hacernos responsables nosotros, de las acciones encaminadas a mejorar la calidad de vida y los servicios de salud y 
no decir “eso es responsabilidad de otros”.


¡Gracias Roberto!


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